Introducción
La especie humana convive con la infección desde hace millones de años, con más intensidad desde la revolución agrícola y ganadera de hace unos 10.000 años que le puso en continuado e intimo contacto con los animales domesticados. La salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten, es lo que se llama “Una sola salud”[1].
Ante las enfermedades infecciosas la respuesta humana ha incluido milenarias decisiones de higiene, como el aislamiento de leprosos o la búsqueda de agua limpia. La situación se complicó también con la revolución agrícola y ganadera al conllevar el asentamiento y la agrupación de individuos en pueblos y burgos hasta generar las actuales mega-ciudades. La higiene empezó a ser clave en salud pública con decisiones acerca de los entierros, por ejemplo. Con el desarrollo de obras públicas de suministro y depuración de aguas fue más fácil controlar las infecciones pues, como bien se dice, “no hay mejor vacuna que lavarse las manos”.
Las medidas frente a las infecciones son de higiene (el citado suministro y depuración de aguas, viviendas de calidad que eviten el hacinamiento, etc), de mejoras de nutrición (por ejemplo, la tuberculosis se… Leer más...
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