La vacunación masiva ayuda de forma importante a reducir el riesgo de gravedad y de mortalidad por covid19, incluso con ómicron. Pero reduce muy poco la transmisión comunitaria del virus, y todavía menos con ómicron. Esto último ya lo tuvimos claro algunos para delta durante la ola «joven» del pasado verano: el espejismo de la inmunidad de grupo (aquí). Ahora mismo, muchos lo están comprobando en carne propia en esta ola ómicron iniciada el pasado diciembre: los vacunados se están contagiando y están contagiando. Es más, puede que la vacunación masiva potencie la circulación viral al reducir las formas sintomáticas (graves y no graves) en vacunados y, como consecuencia, aumente las asintomáticas en estos sujetos que, al no notar ningún síntoma, harían vida normal contagiando sin siquiera sospecharlo.
Pero la vacunación masiva no se puede apropiar de toda la reducción de gravedad y de mortalidad de la infección por SARS-CoV-2 observada a lo largo de la pandemia. Al menos tres causas, no derivadas de la vacunación, han contribuido también a la reducción de esta gravedad y mortalidad. Atribuir todo el mérito y protagonismo de esta reducción a la vacunación masiva es injustificado además de estúpido.
Tres causas que también contribuyen… Leer más...
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